31.12.10

DivX y el Santo Grial del cinéfilo asalariado

Yo ya olvidé aquella consigna “El cine se ve en el cine” Nunca había tenido oportunidad de ver tantos estrenos de cine (la mayoría fue basura) como en el 2010. Este año vi 160 películas, lo que me hubiera representado $8.000 de haber ido al cine, o como $2.500 de haberlas rentado. Creo que en lo que respecta al 2010 éste pasará ser el año en que reparé que para el cinéfilo asalariado de hoy, su Santo Grial lleva por nombre códec DivX.

Blockbuster anunció su quiebra este año, finalmente se acogió al amparo del capítulo 11 de la ley que regula la bancarrota empresarial en EU. A lo largo del 2010 descargué entre películas, series televisivas, programas culturales y documentales que sin ver su estreno en salas de cine o PPV ya estaban circulando por Internet con una calidad de imagen equiparable al DVD, lo que a muchos les hace pensar ¿esto llevará a las productoras de cine también a la bancarrota? Desde luego que no, la caída de Blockbuster es la caída de un formato, un hábito de consumo, no la del producto.

Alguna gente no comprende la trascendencia del DivX, y tal vez será que sencillamente desconoce la existencia de reproductores caseros que aceptan este formato. De la misma forma que algunos equipos de audio integran el .mp3 a sus componentes, algunas empresas desde hace tiempo incluyen a sus equipos de video el formato .AVI Jordan Greenhall y Jerome Rota encontraron su beta de oro al asociarse con empresas como LG para incluir en sus reproductores de Blu-ray y DVD “su software propietario Divx 4.0” otrora código abierto OpenDivx. La iniciativa no pudo haber tenido mejor acogida pues para el buen cinéfilo la idea de pasar dos horas frente a un monitor no es exactamente la mejor forma de disfrutar una película, el AVI y estos reproductores logran llevarla a la comodidad de tu televisor.

La súper inflada Inception hizo de rigor revisar el trabajo de Chris Nolan, sin el DivX y el Internet, difícilmente conocería su ópera prima “Following” Por otro lado producciones extranjeras que nunca verían una exhibición en salas comerciales nacionales ahora están más que nunca al alcance de nuestros ojos, sin el DivX no hubiera logrado disfrutar de esa delicia de animación francesa llamada L´Ilussioniste o la trilogía sueca Millennium. El Internet y los nuevos formatos como el Matroska .mkv brindan un panorama que sólo era posible soñar hasta hace pocos años, y al disponer de una buena banda ancha (fuente ilimitada de felicidad) las limitaciones sólo las pone tu pericia para saber buscar lo que te interesa.

Dios bendiga al DivX, Xvid, Rapidshare, Megaupload, Ares, Mediafire, Hotfile, Shareaza pero sobre todo, que Dios bendiga al Carlos y su bendita banda ancha de 1MB.

Ahora un breve mensaje de nuestros patrocinadores: En la compra de su próximo reproductor de DVD o Blu-ray asegúrense de que lleve impreso éste logo:
Desde luego toda esta practica indiscriminada de descarga, merma en buena medida las cuentas bancarias de las multi–mega–ultra–super–hiper–millonarias casas productoras de cine. Pero por el momento podemos estar tranquilos por disfrutar algo por lo que no se paga. El Internet, hasta ahora es como el audiocasete virgen de los 80s: lo adquirías para copiar el LP que otro güey compraba, pagabas un legítimo producto para disfrutar otro, este es el eterno dilema en una economía de libre mercado y tú no puedes hacer nada al respecto. Y tratar de impedir el libre intercambio sin lucro de cualquier cosa siempre sonará a fascismo. Hay cierto oscurantismo cuando se habla de estas cosas. Aún así, hay que reconocer que no deja de haber cierta culpa al estar frente a esa vastedad de opciones que te ofrece el Internet para saciar tu adicción al cine, a la música, a la lectura o al porno (sólo hay que saber buscar). Pero como buen mexicano supongo que convenientemente es aquí donde se aplica la frase de ese “egregio” litigante mexicano Diego Fernández de Cevallos: “Podrá ser inmoral, pero no ilegal”

Je, je, je… Feliz Año.

24.4.10

Robert McKee: El Guión

Es la biblia del guionista, dicen, algo así como lo que es “El príncipe” a los políticos, o “El libro vaquero” para cualquier macuarro. Es decir: si no lo has leído, no sabes en lo que estás metido. Y hay que hacerlo parte integral de uno, al grado de acompañarte de él siempre que vayas al baño.

Debo advertir que pesa 153 MB y hay partes poco legibles, pero eso está bien: estimulan la imaginación. Tiene además algo que a veces resulta decepcionante (por no decir que me caga) está escaneado en jpg. Con todo y eso no es razón para demeritar el trabajo, pues se trata del libro de McKee. El crédito es de este güey, o al menos fue ahí que lo encontré.

29.1.10

Stephen King : Mientras Escribo

Los mentirosos medran...