23.3.11

*FUCK ME, RAY BRADBURY*

9.3.11

Please Give, Somewhere



A veces el contexto en que disfrutas una película, determina por completo tu experiencia:

Comando armado, cuerno de chivo, narcofosa, detonaciones, cadáver, canje de armas, impunidad, alias “El Sonrics”, alias “El Ronchas”, denuncia, filtro de seguridad, persecución, fuerzas del orden, decapitadas, abatidos, mutiladas, armas sofisticadas, amagados, impactó, uso exclusivo, capturados, en libertad… Los noticieros locales llevan meses mostrándome el enfrentamiento a muerte entre la delincuencia organizada y las diversas fuerzas del orden aquí en Monterrey (a veces las fuerzas del orden resultan ser los delincuentes organizados). Es entonces que la sobriedad de filmes tan sencillos como Please Give y Somewhere, resultan en una extraña y relajante experiencia visual.

Cuando los noticieros terminaron por estar plagados de Hermanos Almada, cosas como apreciar el cambio de color de las hojas en los árboles, o escuchar a un ruco con guitarra cantar resultan ser extrañas opciones a considerar.

Narcobloqueo, reclutamiento, metralla, derecho de piso, casquillos percutidos, inseguridad, marina, ejercito, condena, cobarde, escolta, enérgico, granada, destazadas, huellas de tortura, bajas, inseguridad, zetas, castrenses, secuestradas, rescate, sangre, recompensa, ejecutados, extorsión, AR–15, AK–47 ¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM…! No queda nadie aquí en Monterrey que no conozca a alguien que no haya sido victima en algún sentido de la delincuencia. Hasta este momento, yo sólo he recibido intentos de extorsión telefónica, nada grave como que se metan a tu casa con pistola amagando a tus familiares.

No sé si he descubierto tarde esta clase de cine que en otro tiempo seguro hubiera desdeñado. No sé si su efecto en mi ánimo es resultado del contexto en que está sumergida la pinche ciudad. Alucino una reunión, en algún oneroso laboratorio farmacéutico, hombres vestidos con batas blancas sostienen en sus manos una pequeña cápsula, debaten y discuten el nombre que mejor refleje las bondades de su más reciente ansiolítico. Uno de los hombres con la cápsula en la palma de su mano; sugiere: «Llamémosle Please Give», otro tipo sosteniendo la cápsula entre sus dedos dice: «No, pongámosle Somewhere»

Cuando lo tangible por segundos parece un fragmento violentamente insípido equiparable a una secuencia de acción de Michael Bay, filmes como Please Give o Somewhere, donde aparentemente no pasa nada, funcionan como efectiva catarsis de la realidad.